Al alba...

Una flecha silbó mientras surcaba el aire hasta clavarse en el centro de una diana. Aquella mañana había salido temprano a los jardines del castillo, como era mi costumbre, para practicar tiro. Había mandado colocar aquellos objetivos allí desde que había empezado a practicar con el arco casi cien años atrás. Por supuesto, hubieron de ser cambiados innumerables veces ya que el paso del tiempo los hacía inutilizables.

Saqué una nueva flecha del carcaj que llevaba atado a la espalda y la coloqué con cuidado en el arco. Tensé la cuerda, tirando de ella hacia atrás y luego solté. El nuevo proyectil se clavó a un par de centímetros del anterior. Seguí disparando hasta que me quedé sin flechas. Guardé el arco con cuidado y me acerqué a la diana y extraje las flechas que había clavado en ella, para meterlas de nuevo en el carcaj.

Me giré al oír a alguien caminando hacia mí.

Me acerqué con sigilo, quería asustarle, fue entonces que se dió la vuelta para echar al traste mi sorpresa.
-Hola querido hermano, sabes bien como estropear una sorpresa.-sonreí.-¿Entrenando tan temprano?, no estaría mal que descansases.

Me reí de sus palabras y me acerqué a ella, aún con una de las flechas en la mano derecha. La hice girar entre mis dedos y la coloqué en el carcaj.

-¿Crees que no sé que pretendías asustarme, Elyrian?-pregunté, con tono burlón-Se te oye desde un kilómetro de distancia-me quedé justo en frente de ella-Estoy perfectamente, gracias. Sólo hago lo que debo.

Inche mis mejillas con aire.
-Jo, ¿por debes ser tan responsable?, me haces quedar mal, la pequeña de los dos y no destaco en nada, eres cruel, Alan.

Suavicé mi gesto y pasé una mano por sus cabellos, con cariño.

-Sabes que tengo que hacerlo-no me gustaba ver a mi hermana, mi único apoyo, acomplejada por mi causa-Y tú ya destacas. Eres la doncella elfa mas bella de todo el reino... Y también la más pesada.

Reí suavemente, era sólo una broma sin mala intención.

Sonreí ante su comentario, mi hermano y yo siempre habíamos estado muy unidos, y sobre todo desde la muerte de nuestra madre, aunque mi padre siempre había dejado caer toda la responsabilidad sobre él. Le abracé.
-Gracias, aunque sea pesada, debes admitir que te alegras de verme.-sonreí más ampliamente.-¿Qué caracter tenía madre?,¿cómo era?, ya se que te lo he preguntado diversas veces, pero no me canso de oírlo.-dije más seria.

Me deshice suavemente del abrazo de mi hermana cuando me preguntó una vez más por nuestra madre, como solía hacer. Siempre comprendí su curiosidad, ya que no le recordaba como yo. Me toqué el pendiente de plata que llevaba puesto en la oreja izquierda, recordándola.

-Era la elfa más bella que he visto nunca. Su cabello era tan rubio como el oro y le caía en suaves ondas sobre sus hombros; sus ojos eran como de zafiro. Era muy alta y su sóla presencia llenaba de respeto. Durante los primero atentados anarquistas, ella fue la única con suficiente poder mágico para proteger el castillo-suspiré de pura melancolía-Era tan orgullosa como yo, o quizá más, pero nos quiso más que a su vida. Era muy inteligente y recordaba todo lo que veía.

Miré a mi alrededor y luego me senté sobre la hierba humeda.

-Entonces no se parecía a mi.-sonreí, me encantaba escuchar acerca de nuestra madre.-Todos dicen que nos parecemos, pero ahora se que mienten, creo que ellos quieren que nos parezcamos.-me reí.

-Claro que te pareces a ella, fisicamente. Su carácter lo he heredado yo. ¿No querrás ser la única que se parece en algo a ella?-Comenté, divertido.

-Pues...puede que sí.-sonreí bromeando.-Tu la recuerdas, y yo no, por lo que merecería parecerme más.-bromeé.

Le dediqué una media sonrisa.

-Saber es más difícil que mantenerse en la ignorancia-me limité a decir mientras oteaba el horizonte con la mirada perdida.

Estaba claro que tenía razón, por lo que no dije nada.
-¿Y padre?,no le he visto esta mañana.-dije.

-Padre salió temprando en la mañana para reunirse con Lady Selene de Yávëtil-respondí simplemente.

-Oh, ya veo, ¿hay problemas?, por qué es una reunión de reyes,¿verdad?-dije seria y luego sonreí.-Algún día tendrás que ir tu a esas reuniones, ¿me llevarás?, me gustaría ver ese sitio...es que suena tan elegante.

-Creo que es un encuentro informal-puntualicé, mientras pasaba la mano sobre la hierba, sintiendo el cosquilleo que me producía en la palma-Solo quieren ponerse al corriente de lo que pasa en cada reino.

Dejé que el aire saliese atropelladamente de mis pulmones cuando habló de la posibilidad de heredar el trono de mi padre. No era algo que desease hacer... ni siquiera en los próximos cien años.

-Es cierto que "La Parada" es un lugar hermoso, pero es mejor evitar ir siempre que se pueda.

-¿Por qué esa respuesta?-dije seria, mi hermano parecía preocupado al hablar del trono del país.

-La Parada es un lugar de reunión. Su uso más frecuente es en caso de guerra. Por eso no quiero ir-dije, casi susurré-.

-Sí, lo mejor será no visitarlo.-sonreí.

-Empiezas a comprender-sonreí también. Mi educación había sido mucho más dura que la de mi hermana, ya que ella no debía heredar el trono.

-Bueno, te dejo seguir con tu entrenamiento, pero te rogaría que descansases.-sonreí y alzando la mano le acaricié el pelo.-Me voy, adiós querido hermano.
Luego me fui, caminando con lentitud.